Este artí­culo tiene la finalidad de ayudar a las familias a comprender los procesos emocionales que van a vivir en cada una de las etapas de la separación que a continuación se presenta. Hay que tener en cuenta que no todas recorren el camino completo.

* Prerruptura: Puede iniciarse antes de la separación, suele observarse el esfuerzo de la pareja por evitar el desenlace. Es común que los esposos renuncien a sus intereses maritales dedicándose solo a sus responsabilidades parentales, o que un hijo se convierte en nexo de los padres o que alguien de la familia desarrolle un sí­ntoma, como forma de impedir el cambio.

* Ruptura: Se acepta la incapacidad para resolver las tensiones maritales. Aparecen sentimientos de culpa, baja autoestima, constantes recriminaciones entre los esposos, serias dificultades en el manejo del dinero, los bienes y constantes manipulaciones.

* Familia uniparental: Los hijos quedan al cuidado de uno de los cónyuges, este puede desarrollar un gran apego a ellos y en ocasiones rechazo, el que sale del hogar suele ser visto como más accesible y puede traer como consecuencias una pérdida del rol de autoridad. Hay un retorno a la familia de origen, tanto en lo emocional como en lo económico.

* Cortejo o rematrimonio: Surge la posibilidad de una nueva relación, aparecen otras reglas, lí­mites, amistades, costumbres.

* Familia reconstituida: Exige la separación emocional de la pareja anterior, incluye ex cónyuge, hijos, familia extensa. La llegada de un hijo del nuevo matrimonio puede estrechar los lazos entre todos o ser detonante de nuevos conflictos.

* Destete de la pareja-coparental o divorcio definitivo: Se da cuando los hijos del matrimonio separado llegan a una edad en que ya no es necesaria la pareja parental porque ellos pueden tratar directamente con sus padres.