Al momento de elegir el lugar indicado para el inicio de la educación de nuestros hijos buscamos el mejor instituto, pero cuando existe un problema de discapacidad en ellos, la tarea debe ser más estricta y minuciosa.

Redacción Semana – semana@granasa.com.ec

La educación de nuestros niños es un punto importante para el desarrollo, no solo de ellos sino también del paí­s, pero ¿qué pasa cuando alguno requiere educación especial debido a alguna discapacidad intelectual como retraso mental? Lo primordial en ese caso es realizar un examen para diagnosticar qué padece.

Para calificar un problema como retraso mental se debe realizar el diagnóstico en los primeros años de vida, con una prueba de coeficiente intelectual (IQ), que se lleva a cabo con un médico genetista o neurólogo. Esta prueba se hace con ciertas preguntas básicas al niño.

Se diagnostica retraso mental si el IQ es menor a 70 puntos. A pesar de que algunas personas con un IQ considerablemente menor a 70, pueden adaptarse al medio y funcionar bastante bien.

Esto, según explica el Dr. Ramón Vargas, médico genetista, es debido a la estimulación temprana, punto clave en el desarrollo de toda persona.

Cuando el niño tiene problemas de retraso mental se debe empezar en los primeros meses de vida, con una adecuada estimulación para poder desarrollar su educación básica que parte desde el kinder.

Con la estimulación temprana se prepara la parte muscular, motriz, visual y auditiva. Si es bien estimulado se va a integrar más rápido a todas las actividades y hará lo mismo que un niño regular.

BUSCANDO EL LUGAR
En los últimos años se ha creado un sistema de integración educativa en algunas escuelas que manejan la educación regular con la especial, aunque para esto se requiere de profesionales en el tema de discapacidad intelectual.

Malena de Crespo, directora de la unidad básica educativa de Fasinarm, aclara que aparte de trabajar con niños especiales en la institución, tienen un programa con varias escuelas fiscales y particulares para manejar la modalidad de educación integrada. Para ello hay un personal de profesores y psicólogos que dan clases en estas escuelas con un horario definido.

Otras instituciones trabajan por su cuenta y manejan el sistema sin problema, tal es el caso de la unidad educativa Balandra Cruz del Sur. La institución tiene la modalidad de trabajar en todas las aulas con alumnos regulares y con los que tengan algún tipo de discapacidad, sea fí­sica o intelectual.

Su directora general, Margarita Fioravanti, explica que la metodologí­a de trabajo para lograr el desarrollo estudiantil de los alumnos se logra con un equipo de apoyo que labora con rutinas especiales de desarrollo en 2 lapsos de 30 minutos cada uno por las mañanas, para que los alumnos continúen con sus clases normales junto a los demás compañeros en la mayor parte de la jornada diaria.

En estas rutinas enfatizan en el desarrollo de habilidades a partir de las necesidades de cada niño, con terapistas fí­sicos y de lenguaje, psicólogos, etc., que además trabajan con los profesores para prepararlos.

La psicóloga clí­nica Sonnia Navas Gafter, especializada en terapia familiar, aclara que esta opción educativa es beneficiosa siempre y cuando el plantel cuente con los profesionales y la infraestructura adecuada.