En defensa del buen trato

El cliente en Guayaquil, se atiende a sí­ mismo o se va por donde llegó, pues la atención cada vez es más deficiente.
Redacción Semana

Vale la pena aclarar que de todo hay en la viña del Señor, pero en esta ciudad, parece que es un mal casi general, atender de forma «confianzuda», informal y con desgano a aquel ser que nos proporciona, indiscutiblemente, los ingresos de cualquier empresa de bienes o servicios. ¿Qué pasará?

«Tenemos mucha gente ecuatoriana que no hace lo que le gusta ni desearí­a, como consecuencia de la falta de oportunidades educativas, problemas de desorientación o el mismo desempleo», explica Sonnia Navas Gafter, psicóloga clí­nica.

Como quien dice, el mal común de los paí­ses llamados tercermundistas o subdesarrollados donde el trabajador hace lo que le toca y encima de eso, no le encuentra gusto a nada, solo lo hace por necesidad.

También existe el caso en el que los empleados piensan que trabajar durante años en la misma empresa, les da derecho a tratar a los demás como deseen, pues tienen la seguridad de contar con el empleo casi de por vida, agrega Navas Gafter.

Por esto es importante que todas las organizaciones evalúen al personal y asimismo, lo motiven para que se esfuerce cada vez más.

A los empleados, los invito a pensar que no es el cliente quien necesita de ustedes sino ustedes quienes necesitan de él.

Otra de las causas de este comportamiento, comenta la psicóloga, es la idiosincrasia, pues la gente cree que si trata bien a una persona, esta comenzará a abusar y a exigir más, y antes de que eso ocurra, prefiere ser descortés o indiferente.

«Entre menos dé, menos me exigirán, esa es una ideologí­a que hay acá y es terrible», afirma.

Sin embargo, hay empresas en el paí­s que ya están comprendiendo que su trabajo no solo deber estar centrado en el producto sino en el personal, a quien tienen que capacitar y motivar, pues son ellos la imagen de la organización, explica Marí­a Mercedes Pérez, psicóloga organizacional.

Aunque las zonas cercanas al trópico tiendan a ser más informales en el trato, eso no significa que el cliente pague las consecuencias de un mal trato o un servicio deficiente, explica Pérez.

¿LE HA PASADO?

No es difí­cil imaginar que quienes leen este artí­culo han sido testigos o ví­ctimas de las siguientes situaciones:
Escena uno: Buenas tardes, ¿vende computadoras? -en este local no, responde el vendedor, quien inmediatamente vira la espalda como indicando , si no va a comprar ya no pregunte más.

Escena dos: Señorita hace un mes compré este MP3 aquí­ y los audí­fonos ya no sirven, entonces lo traigo por garantí­a. -Señor, como le dije ese dí­a, la garantí­a cubre daños de maquinaria y los audí­fonos no hacen parte de eso, así­ que le toca comprar unos nuevos, si quiere le puede preguntar a la chica que está en el fondo.

Escena tres: Buenos dí­as me puede hacer el favor y me dá el teléfono de …(risas de fondo), un ratito por favor, contestan, al minuto, cierran el teléfono sin responder nada.

Ahora viene un caso con nombre y apellido, Ximena Rodrí­guez, quien fue atropellada por una empresa de correo estatal a la cual acudió para

enviar unos documentos a Caracas el 15 de marzo a las 15:00 y a la fecha no han llegado a su destino, Venezuela.
Era la primera vez que enviaba algo a otro paí­s y tení­a un plazo de 20 dí­as para que llegara dicho encargo, motivo por el cual confió en la palabra de la señorita, quien le aseguró que no tendrí­a inconveniente si los enviaba por correo ordinario, el cual se demorarí­a máximo de 10 a 15 dí­as en llegar.

A los 30 dí­as, el cliente va a la empresa estatal de correo y pregunta el motivo de la tardanza y la respuesta es: ¿por qué correo se fue, ordinario o certificado?, ordinario responde Catalina. «Qué pena señora, pero por ese tipo de enví­o la empresa no admite reclamaciones, pues hay cosas que se pierden en el camino y nosotros no sistematizamos los datos cuando la correspondencia es ordinaria».

«Señorita, si usted misma me dijo que la única diferencia entre uno y otro, era el valor y también imaginé que el tiempo, pero no más…Señora si quiere vaya a reclamos a esta dirección y ponga la queja…y así­ han pasado 3 meses y medio», asegura Catalina.

¿QUE HACER?

Es interesante reflexionar que todos, antes de pertenecer a una empresa, pertenecimos a la institución que se denomina familia, escuela, colegio y en algunos casos, universidad, de manera que esta educación debe regir nuestro comportamiento en todas las situaciones que nos encontremos, así­ sea en un empleo que no nos agrade.

«Cada persona deberí­a invertir dinero y tiempo en su preparación espiritual e intelectual y no esperar a tener el negocio destruido, el matrimonio a punto de acabarse o los hijos por fuera de control para asistir a una terapia, comprar un libro o dedicar tiempo al autocrecimiento», dice la psicóloga Navas.

Y las empresas no deben olvidar que les toca hacer su parte, y sobre todo las estatales, las cuales tienen muy mala imagen.
Jefes y empleados: traten bien al cliente que él los busca porque tiene una necesidad que desea cubrir a través de ustedes, no lo atropellen por favor. La competencia empresarial cada vez es más agresiva y hay compañí­as que sí­ están dispuestas a ofrecer hasta un valor agregado, no se quede atrás, no se resista a los cambios y a partir de hoy, cambie de actitud, así­ lo haya escuchado muchas veces, en realidad esto le permitirá ser competitivo.