Las parejas de ahora ya no celebran bodas de plata ni de oro, pues en algún momento aparece el divorcio arrasando hasta con los recuerdos más cursis.
Redacción Semana
«Hasta que la muerte nos separe» es una frase que ya no está en el léxico ni en el pensamiento de los casados de este siglo. Hoy las parejas están conscientes que vivirán juntos hasta que la plata los separe o un tercero les brinde lo que no hay en casa.
En Guayaquil, el 21% de los matrimonios se divorcian antes de cumplir 6 años juntos, según información del INEC (2005). Al tiempo que en España cada 3,7 minutos hay un nuevo divorcio. Para el 2006, se produjeron 141.817 separaciones, un 51% más que en el 2005. En cinco años, las rupturas han aumentado un 277%, son datos del Consejo General del Poder Judicial y de Eurostat.
No es nuevo que acá o en Cafarnaún, las parejas, peleen como perros y gatos defendiendo sus convicciones, puntos de vista e intereses. Las cosas ya no son como antes, donde la mujer se aguantaba todo y los matrimonios celebraban bodas de plata y oro. Trofeos que en gran parte se los debían a ella que siempre aguantaba y esperaba con paciencia.
Pero los tiempos cambian, la mujer trabaja, educa los niños, lava, plancha y ayuda a sostener económicamente la casa, así que el «machito» que se vaya a sobrepasar podrá ir pensando en contados días desocupar la habitación y huir, porque acá ya no hubo más oportunidad, son las palabras de las esposas.
No quiero con esto decir que las «pobres» son y serán siempre las mujeres, ya que muchas de ellas también han sido infieles y conflictivas, siendo las responsables de las rupturas en el hogar, en algunos casos.
CAUSAS
Siempre se había dicho que los polosopuestos se atraían, ahora hasta la química parece que también cambió, pues los electrones se mueven a la par con las emociones y cuando estas chocan se acaba todo. Como ven, la primera causa de ruptura son las grandes diferencias de pensamiento, de temperamentos e ideales.
Un caso para ejemplificar esta situación, dice la psicóloga Sonnia Navas, es el simple hecho de lo que significa el matrimonio para cada uno, «en alguna ocasión la mujer me dijo que el matrimonio debería proporcionar estabilidad; pero para él lo realmente importante era prosperar». Dos conceptos muy diferentes, de manera que en el primer caso ella buscaría seguridad, amor y tranquilidad y él por el contrario enfocaría sus fuerzas en obtener y conseguir dinero.
Sin pensar mucho, los dos pensamientos van en contravía. Así que es importante en el noviazgo no solo hablar de cosas superficiales sino planificar y hablar de los objetivos que cada uno tiene como pareja, hasta cómo ve el mundo y sus cosas.
Una segunda causa es la diferencia de edad, ahora es común ver parejas donde él o ella es mayor y no precisamente 3 ó 5 añitos sino de una a dos décadas por encima. Aunque los primeros años, todo haya sido color de rosa, no es fácil seguir a prisa los caminos por los que otro ya recorrió hace un buen tiempo.
Otra de las causas son los problemas económicos y la presión que estos ejercen sobre la vida de pareja, cuya intimidad se reduce a hablar de las deudas. «En el noviazgo hablábamos de sentimientos, ahora en el matrimonio hablamos de obligaciones», son las palabras de una paciente de la psicóloga Navas.
Tampoco podía faltar el machismo de aquellos que creen que pierden valor si prefieren compartir con su esposa que con sus amigos o que solo ven a la mujer para que desempeñe labores de hogar y no más.
Y las dos principales causas: la infidelidad y la falta de comunicación. De esta última se ha hablado mucho y las parejas insisten que dialogan y comentan lo que les sucede, pero que esto en realidad no ayuda para nada.
Según la psicóloga Susana Torres, lo importante no es conversar de lo vano sino de lo íntimo, de aquello que está escondido en el corazón y en la mente del otro.
Dicho diálogo debe ser lo más respetuoso y sincero para poder cooperar en pareja y así salir adelante.
Y la causa más común que lleva a las parejas a no querer saber del otro es la famosa infidelidad, considerada como una de las pérdidas más graves para el ser humano después del duelo, agrega Navas.
Esta situación se vive principalmente porque tanto hombres como mujeres comparten en sus trabajos o vida social con muchas personas del sexo opuesto que les hacen caer en la tentación.
¿CÓMO ENFRENTARLO?
Los divorciados al igual que los adictos deben reconocer que ya todo acabó. Este primer punto es muy doloroso, pero si no se hace, es difícil ver a ese que fue su pareja como un aliado para sacar los hijos adelante, cuando estos existen, claro.
Navas lo llama un divorcio operativo, donde los dos padres se conciencian y empiezan a construir una familia más equilibrada con el fin de sanar las heridas internas y no afectar más a los hijos.
En palabras de Torres, los divorciados deben aceptar que fracasaron como pareja pero no lo pueden hacer como padres también.
En el caso de que las palabras hayan sobrepasado los límites y las heridas hayan dejado resentimientos, lo mejor es buscar una terapia de pareja con el fin de no acrecentar más la brecha de la separación, pues las emociones y sentimientos reprimidos lo único que ocasionan en un futuro son enfermedades.
Vivir el presente. Mucha gente siente miedo porque no sabe qué hará en la Navidad o en el día del cumpleaños, pues ya no estará su pareja con quien compartía estas fechas. La respuesta es sencilla, aun no se ha llegado el 24 de Diciembre, ni el Día de San Valentín, de manera que debe hacer de su rutina diaria el siguiente pensamiento, cada día tiene su afán y su sorpresa. No trate de vivir mirando atrás ni pensando en el mañana que es incierto.
Si ya tomó la seria decisión de divorciarse es natural que tenga un periodo de duelo, soledad y tristeza, pero de ninguna manera asuma posiciones radicales de querer salir con todo el que se le aparezca o encerrarse en su casa y no ver ni siquiera la luz del sol.
Aproveche para realizar actividades que había dejado de lado cuando estaba en pareja.
Para empezar a buscar su paz y equilibrio emocional es importante terminar toda relación en buenos términos, por bien suyo y de sus hijos si los tiene, pues las dificultades económicas serán evidentes y la mejor manera de enfrentarlas es con soluciones, distribuir nuevamente los gastos.
PENSAR ANTES DE…
Antes de ir a convivir, vivir en pareja o casarse bajo las promesas de que queremos compartir los gastos, jugar con los hijos y todo en pareja, piense…
Aunque los jóvenes de hoy hagan ensayos de convivencia y compartan la cama más de la mitad de la semana, eso no garantiza que el divorcio no toque sus puertas, pues como ruptura lo hace y deja heridas. El divorcio no es exclusivo de matrimonios ni casamientos, pues igualmente los corazones y los cuerpos se someten a la separación.
Sándor Márai hace una descripción magistral del amor en su novela La amante de Bolzano: «Yo tenía ganas de vivir con ella, de beber chocolate caliente por las mañanas, en la cama, a su lado; de viajar a París, de enseñarle el mercado de Saint Germain, el circo de las pulgas, de calentar para ella la tapadera de un cazo cuando le doliera la tripa; de comprarle faldas, medias, joyas y sombreros de moda. Tenía ganas de envejecer a su lado, de disfrutar junto a ella de los atardeceres que envuelven las ciudades, los paisajes, a los aventureros y a la vida entera. Eso era lo que sentía a su lado.» Así que a buscar la media naranja.
Asesoría:
Psicóloga Sonnia Navas Gafter
Cel. 092951231
Psicóloga Susana Torres
Tel. 2881875