Sonnia Navas Gafter

17 de febrero, 2021 – 09h00

El adulto inmaduro pide, recibe y critica, pero no muestra interés en dar o ejecutar un cambio. 

El tema de hoy hace referencia a los adultos que continúan comportándose como niños o adolescentes y no son capaces de tomar la responsabilidad de crecer presentando una marcada inmadurez emocional, una fuerte inseguridad y un gran temor a no ser queridos y aceptados.

Son adultos de 30, 40, 50 y más años que se sienten incapaces de asumir responsabilidades, ser figuras de autoridad y adquirir compromisos dentro de una vida de pareja. Poseen un desfase enorme entre su edad cronológica y su madurez afectiva.

Estas personas se esconden detrás de excusas o mentiras con la finalidad de disimular su incapacidad para crecer; suelen hablar de fantásticos proyectos, negocios increí­bles, grandes aventuras amorosas, entre otras fantasí­as, lo que les permite evadir su realidad y poder culpabilizar a los otros de su fracaso.

Se caracterizan por presentar los siguientes sí­ntomas:

  1. Tienen miedo a la soledad.
  2. Profunda inseguridad y baja autoestima.
  3. Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar, pero no hay interés en dar o ejecutar un cambio.
  4. Viven centrados en sí­ mismos y en sus problemas sin preocuparse por lo que sucede a su alrededor.
  5. No asumen responsabilidad por sus actos y buscan culpabilizar siempre a otros.
  6. Se sienten permanentemente insatisfechos con lo que tienen, pero no generan iniciativas para intentar solucionar su situación.

En general, son personas que están constantemente esperando que suceda algo o que alguien se haga cargo de su vida, lo quieren todo, pero no desean esforzarse para lograrlo. Quien lo padece siempre necesita a su lado a otro que satisfaga sus necesidades. Muchas veces este rol es encarnado por los progenitores, un hermano mayor o la pareja.

La ví­a más correcta para ayudarlos a crecer es permitirles que enfrenten su realidad y asuman las consecuencias de sus comportamientos y decisiones. Ante sus quejas y lamentos se debe motivarlos a que tomen las riendas de su vida; esto los convertirá en personas proactivas, capaces de crear y promover su propio bienestar.