Estimados lectores, en el último semestre de este 2018, he atendido a algunos pre-adolescentes y adolescentes cuyos padres angustiados piden ayuda ya que su joven hijo o hija presenta marcas en los brazos, piernas o abdomen por cortes realizados por ellos.

Son lesiones como cortes, quemaduras y rasguños, conscientemente provocadas, con poco daño corporal, llevadas a cabo para reducir la angustia psicológica y liberar emociones intensas, tiene una edad de inicio entre los 10 años y los 15 años, aunque en la actualidad ya empiezan a reportarse casos en niños de 7 y 8 años.

 

¿Por qué los adolescentes se autoinflingen heridas?

 

Los adolescentes realizan estos actos como una forma de liberar elevados niveles de estrés y así­ aliviar la intolerable tensión que sienten y que para algunos resulta insostenible. Además de esto, al dejar una huella visible del dolor (herida), logran materializar en algo concreto y fí­sicamente doloroso su dolor emocional, haciéndolo mentalmente más entendible, justificable y manejable.

 

 

Es importante mencionar que al provocarse cortes en la piel se produce la liberación de endorfinas, las cuales son sustancias quí­micas que el propio organismo produce y que generan sensación de bienestar y calma, ese alivio momentáneo a su ansiedad o a su dolor emocional es el que atrapa a muchos jovenes.

 

FORMAS DE PREVENCION:

La mejor forma de proteger a nuestros hijos es ayudarlos a que expresen sus sentimientos y emociones aquellas personas con mayor inteligencia emocional, (capacidad de adaptación, autoestima, empatí­a, comunicación, asertividad, etc.) tienen más éxito en resolver sus conflictos emocionales. Por otro lado, aquellos que tienen menor inteligencia emocional y tienden a estados depresivos, son más propensos a agredirse a sí­ mismos en momentos altamente estresantes.

 

TRATAMIENTO:

El tratamiento debe ser médico y psicológico, formando un equipo para lograr que el paciente identifique el problema, los desencadenantes y trabaje en el manejo de las emociones. Es de gran importancia que todo el sistema familiar participe de sesiones de Terapia Familiar Sistémica para reconocer y corregir las dinámicas que deben generar o complicar esta situación.

En segundo lugar, es importante reaprender a controlar la agresividad, la hostilidad y la frustración. Para ello es necesario descubrir qué elementos o actividades lo calman, para propiciar un saludable manejo del estrés.

Este trastorno autolesivo que tanto nos sorprende está presente en la vida de muchos jóvenes y la mejor manera de prevenirlos es justamente aprender a procesar de manera saludable y realista aquello que más nos duele.

 

 

Sonnia Navas Gafter

Psicóloga Clí­nica y Magí­ster en Terapia Familiar Sistémica.

www.sonnianavas.com